DPA/Raimar Heber |
Nos guste o no, la muerte es el final de la carrera de nuestro cuerpo y de sus funciones. Es el fin como ciudadano y también el fin de nuestra identidad legal. Con la muerte dejan de tener validez nuestros carnet de identidad y de conducir, nuestros ahorros, nuestros bienes muebles e inmuebles, etc. ¿qué pasa con todo aquello que constituye nuestra identidad digital como cuentas de correo, perfiles en redes sociales, vídeos en Vimeo o Youtube, blogs, etc?
La identidad digital es parte integrante de nuestro día a día, utilizamos aplicaciones con naturalidad, enviamos correos, nos "relacionamos" en las redes sociales y pensamos que toda esa información es nuestra y que la controlamos...¿seguro? No es fácil dar una respuesta contundente a esto, pues en multitud de ocasiones la información que subimos a la nube, es en definitiva, propiedad del que las aloja. Pero esto es otro asunto.
Han surgido diferentes empresas que por un módico precio, o no, que gestionan todas tus cuentas una vez hayas comenzado el viaje de no retorno. Aunque en ocasiones son las grandes compañías las que facilitan la gestión de los datos una vez fallecido.
Facebook, por ejemplo, puso en marcha la aplicación ifidie, con la cual cualquier usuario puede preparar una despedida (en vídeo o texto) y designar a 3 amigos en la red como testamentarios de su muerte. Tras la confirmación del fallecimiento por éstos, el mensaje de ifidie se publica y llega a todos los amigos de Facebook del difunto.(para mi gusto, un poco macabro)
Twitter, de entrada, borra el perfil del difunto una vez comunicado, pero admite la continuidad temporal del perfil como "un espacio de homenaje al fallecido". Los herederos tendrán que comunicar a través de privacy@twitter.com el fallecimiento, pero la empresa no les dará ninguna contraseña de acceso (como sí hace Facebook).
Existen webs como Netarius, que ofrecen dentro de sus servicios: elaborar el testamento virtual, la posibilidad de dejar en herencia digital a los amigos que deseemos las cuentas de juegos, cuentas de Flikr, etc. y el servicio de cancelación de suscripciones, entre otros.
También hay empresas que ofrecen guardar las claves importantes, para, una vez muerto, se comuniquen a los herederos. Personalmente, esta opción es la que menos recomendaría, ya que por muy bien que vendan su seguridad y privacidad, tendrían acceso a toda tu vida, y ya hemos comprobado en mas de una ocasión la fragilidad que tienen grandes compañías en sus sistemas, produciendose evasión de datos y robo de los mismos.
Internet, el medio de comunicación social y universal almacena información de forma perenne. En cierto modo, la información personal queda grabada en la red a fuego y nos persigue de por vida. Frente a esto, se ha planteado la necesidad de reconocer el derecho al olvido entendido como el derecho a equivocarse y a volver a empezar, que se concretaría en la capacidad de exigir el borrado de los datos personales que contiene Internet e incluso, oponerse al tratamiento que hacen los motores de búsqueda de los datos personales incluidos en fuentes accesibles al público. Así, cuando se habla de "derecho al olvido" se hace referencia a posibilitar que los datos de las personas dejen de ser accesibles en la web, por petición de las mismas y cuando estas lo decidan; el derecho a retirarse del sistema y eliminar la información personal que la red contiene.
Hasta que las cosas sean más fáciles y accesibles y podamos ejercer nuestro derecho a quitar y poner información en internet, solo me queda recomendar prudencia a la hora de subir datos a la red de redes y que luego nos tengamos que lamentar...ya se dice que persona precavida vale por dos
Fuentes:
- Postmortem digital. ¿Memoria u olvido? http://hoyloleo.com/2013/11/06/postmortem-digital-memoria-u-olvido/
- Tras la muerte, la herencia digital http://www.vanguardia.com.mx/traslamuertelaherenciadigital-1407638.html
- El derecho al olvido en el universo 2.0 http://bid.ub.edu/28/simon2.htm
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