Cómo es tradición en estas fechas, lo habitual es felicitar el nuevo año, aunque dependiendo del balance que se haya tenido en el año anterior, la efusividad de la felicitación es diferente según el caso.
Todo esto siempre puede tener un lado negativo o "menos positivo", y este año ese lado ha sido la situación en la que se encuentra nuestro sector profesional.... ¿cuál? ¿qué sector? Pues no se ni que decir, nuestro sector parece que se está re-definiendo (y ya preocupa pues lleva demasiado tiempo), parece estar buscando una nueva línea de actuación y adaptación a la nueva realidad social y tecnológica en la que nos encontramos, y parece que le está resultando algo difícil, es mi impresión.
El sector afín a las Ciencias de la Documentación está enfermo, no encuentra su sitio en la vorágine digital y muy pocos casos de éxito se encuentran hoy en día. Las bibliotecas públicas son un ente que se mantiene a duras penas con presupuestos irrisorios o incluso sin ellos, los archivos se encuentran en debate tras el desastre de Los Palacios, y la Documentación, entendida como la rama de las Ciencias del mismo nombre, parece que se atasca y se confunde con la informática o no sé con qué, pero claro queda que algo falla.
Nada es lo que parece, y en nuestra profesión (la de cada uno claro, ya que no puedes ser bibliotecario, documentalista y archivero a la vez) se pretende demostrar que vale para mucho o incluso algunos se aventuran a decir que para todo, aunque ya se sabe que el que mucho abarca…. pero como es bien sabido, y el que no lo sepa le recomiendo que abra los ojos, la tradicional forma de funcionar, sobre todo de los bibliotecarios y los archiveros, está desfasada, ya no vale para los nuevos tiempos y la naturaleza del documento ha cambiado.
Se necesita adaptación a los tiempos que corren, pero es lo que es, no se puede sacar más de lo que no hay en una profesión orientada al libro tradicional y al documento físico en papel, si un bibliotecario debe adaptarse a la era digital, ya no debería ser llamado bibliotecario, ya que pasaría a gestionar documentos digitales, debería ser llamado algo así como e-bibliotecario o digitecario, e igual le pasa a un archivero que comienza a gestionar documentos digitales, quizás sería mejor llamarles a partir de ahora Documentalista y punto. Obsesionarse con hacer ver que esta profesión es multidisciplinar y que hay diferencias “muy claras” entre ellas, es cuanto menos un despropósito, ya que el futuro es uno mismo, el documento digital.
Se necesita adaptación a los tiempos que corren, pero es lo que es, no se puede sacar más de lo que no hay en una profesión orientada al libro tradicional y al documento físico en papel, si un bibliotecario debe adaptarse a la era digital, ya no debería ser llamado bibliotecario, ya que pasaría a gestionar documentos digitales, debería ser llamado algo así como e-bibliotecario o digitecario, e igual le pasa a un archivero que comienza a gestionar documentos digitales, quizás sería mejor llamarles a partir de ahora Documentalista y punto. Obsesionarse con hacer ver que esta profesión es multidisciplinar y que hay diferencias “muy claras” entre ellas, es cuanto menos un despropósito, ya que el futuro es uno mismo, el documento digital.
A este drama se le une la habitual, y ya cansina, costumbre actual de crear nuevas profesiones dentro del sector, y que ya conocéis de sobra por lo que no voy a enumerarlas, lo cual creo que es una falacia, son profesiones que ya existían de antemano, son las mismas de siempre, lo que pasa que se les pone el nombre en inglés y parece, ademas de más "molona", una nueva profesión, pero en definitiva es lo mismo, es una panacea, es lo que es y punto. Simplifiquemos las cosas, seamos realistas con lo que nos rodea y olvidémonos de pretender innovar en algo que tiene un nombre y una profesión: Documento digital y Documentalista.
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